... CONTINUACIÓN CAPÍTULO 2 (SUCESOS INESPERADOS)
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Entretanto llegamos al destino, el Palacio de la Magdalena, así que, como estoy en pleno alucine, dejo la conversación para otro momento que tenga más lucidez mental.
Un portero uniformado y con guantes blancos, abre mi puerta.
Para mí, acudir a eventos de etiqueta, no es algo nuevo, he acompañado a mi padre en sus compromisos profesionales en innumerable ocasiones, pero tan elegante como este... Ninguno, y en un sitio tan majestuoso... Menos.
Asier, se acerca y me ofrece su brazo, cosa que agradezco, porque me siento pequeña y torpe.
Subimos la escalinata, engalanada con moqueta y flores, hasta la puerta principal.
Una mujer con uniforme similar al portero, se aproxima y Asier les indica nuestros nombres, ella nos sonríe y nos da la bienvenida y unos trípticos sobre la exposición.
Otro componente del servicio, nos acompaña a otra ala del palacio, intento absorber cada uno de los detalles, tanto decorativos como arquitectónicos, que van apareciendo allá por donde paso, y que son de todo menos simples o minimalistas, no hay que ser un gran erudito en la materia, para reconocer que fue la residencia de los Reyes, se percibe en cada milímetro, su origen y uso regio.
Al llegar a un vestíbulo lleno de gente, un camarero nos ofrece un para de copas de champagne, tiende la mano
para que entremos y nos unamos a los asistentes.
Y eso hacemos.
-¿Te sientes cómoda? -Vaya pregunta, es más que evidente que no.
-Sí, igual que un chimpancé en la jaula de los puma.
-Entonces, y en vistas de que estás en tu ambiente, te presentaré al artífice de todo esto... Por
cierto...
-Más sorpresas, no... Por favor. -Se ríe mientras me toma de la mano y la besa.
-Es sobre Armand.
-Armand...
-Es mi amigo, el galerista... Viene hacia aquí... Es algo excéntrico y poco comedido...
Comenta esto a toda prisa, a modo preventivo... Me doy por advertida y entorno los ojos, hemos tenido todo el día, para tratar estos temas y me avisa a medias y a la velocidad de un neutrino.
-¡Assieg! Mon ami -Estoy de espaldas a la voz, algo estridente para mi gusto.
-Bonnes nuits, Armand...
En ese momento me coloco al lado de Asier.
El francés, es un hombre de la edad de mi padre más o menos, moreno, alto y esbelto, de ojos castaños muy expresivos, sin embargo no muestra reparo, en moverlos de arriba abajo, para repasar mi anatomía, sin dejarse ni una peca.
-Armand, permite que te presente a Enid Recassens, Enid... Armand Valois.
-Enchanté de faire votre connaissance, M. Valois.
-Og... Mon Dieu! Assieg... Egues un hongrué afogtunado... Enid... Tout le plaisir est pour moi.
Toma mi mano y besa el dorso, en un gesto más viejo que el mundo.
-Merci beaucoup.
-Es mucho más hegmosa, que en las fotogafías... No entiendo, como la has podido teneg tanto tiempo escondida.
-Es una mujer muy ocupada.
Esto de que hablen de mí como si no estuviera, me gusta de poco a nada.
-Disfrutag de las salas y el cógtel, acaba de llegag el hijo de un empglesagio de la zona, que ha venido en guepriesentasión de la figma -Apunta mientras se aprieta el tímpano, supongo que la recepcionista se lo ha soplado. -Cuando tenga un minuto, me unigué a vosotruog.
Vuelve a darme otro repaso y se marcha tras besar mi mano de nuevo, que disimuladamente limpio en la falda del vestido.
-Se ha contenido bastante, está impactado.
-Es desagradable como me mira.
-Hablaré con él.
-No, ni se te ocurra. Será peor.
Otro camarero se acerca a nosotros y nos ofrece canapés, acompañando de otra copa de champagne.
Vamos caminando hacia la primera sala, que expone pinturas marinas de Fitz Hugh Lane, algunas a la venta y otras, las más importantes son solo una cesión temporal.
Asier, siente especial interés por el arte y está versado en el tema, así que le escucho, como si fuera una alumna con privilegios, con mucha atención.
Caminando por el pasillo, que separa las exposiciones de diferentes temáticas, la gente nos saluda con un gesto o una sonrisa, comprendo que es porque acaban de ver mi cara, ya que según el folleto, el último salón de exposición, son las fotos que ha cedido Asier.
Cuando llegamos, la que preside el espacio, colocada en el centro, colgada de hilos invisibles, es espectacular...
-Impresiona... ¿A qué sí? -Musita a mi oído
-No puedo negarlo... Yo veo las fotos en soporte digital, pocas veces en papel y nunca a este tamaño.
-Cuando miro esta mujer, no te veo a ti, Enid...
-Tendrías que ver a Caperucita ¿No?
-No... -Sonríe y niega -Yo veo a una mujer, que le teme a los lobos, pero en cambio se rodea de ellos para conocer su comportamiento, los acaricia ofreciéndole confianza, sin conectar la mirada, porque se delataría, solo sopesa cuáles pueden ser sus reacciones.
-Vaya... ¿Pues sí que pueden haber lecturas e interpretaciones, en un posado? Yo podría romper la magia, si te cuento la sesión de fotos de aquel día..
-Tú no eres esa mujer... Tú nunca te rodearías de lobos, huirías de ellos.
-En efecto, odio los perros... -Rodeamos en silencio la habitación.
-¿Por qué tienes fotos mías? -Busca mi mirada antes de hablar.
-Porque me gustas desde que te conocí, pero siempre me esquivas.
-¿Qué yo te esquivo? ¡Anda, vete a la playa!
Se parte de la risa... Estoy a punto de darle un codazo, para que pase de la alegría al llanto, pero una voz conocida, nos llama por nuestros nombres...
Estoy saturadita de sorpresas, por una temporada.
-¿Tú sabías que estaba invitado? -Le susurro al oído.
-No, ni idea... ¿Por qué supones que he de conocer la lista de asistentes? -Musita a mi oído.
-¡Hola chicos! ¡Menuda sorpresa! -Ni que lo jures.
-¿Qué tal Carlos? ¿La familia bien?
-Estupenda, como siempre... ¿Qué tal Iní?
-Muy bien, por cierto, enhorabuena -Levanta una ceja y me mira confundido -Me he enterado de tu compromiso.
-Eso... Gracias... Sí, bueno, ha llegado el momento de sentar cabeza.
¿Sentar la cabeza? Si aún tiene que aprender a utilizarla.
-Monsieur Zubaltegui... -El que faltaba -Enid... ¿Le ha gustado la exposisión?
-Para serle sincera, no conocía en profundidad ni a los artistas ni sus obras, sin embargo, tengo la gran fortuna de asistir acompañada de todo un experto.
-Sí, Asieg es todo un entendido en la mategia... Pog ciegto, nesesito que me acompagnes, estagá de vuegta en un minuto, Enid.
-Armand, hablamos mejor en otro momento, no quiero dejar a Enid, sola.
-No te preocupes... Yo te la cuido.
¿Será posible? Hablan como si fuera un simple objeto decorativo, como si necesitara escolta o la compañía de un tío para no sentirme sola... ¡Puaj!
-Asier, ves con Armand, quiero volver a ver la exposición más pausadamente.
-No es necesario, Armand y yo podemos hablar...
-Asier... Ves, por favor.
Finalmente y a regañadientes, se macha con el galerista, y para mi disgusto, Carlos se queda conmigo, espero que lo que hayan de tratar, no les ocupe demasiado, prefiero estar sola que en compañía de Carlos, nada de lo que explica es interesante, y he de reconocer, que disimulo mal ante conversaciones vacías o de ensalzamientos fachendosos.
Al pasar el camarero, Carlos toma dos copas y me ofrece una.
-¿No te acompaña Estela? -No es que me importe mucho, pero no se me ocurre qué decir para romper el hielo.
-A estos eventos, prefiero venir solo -¿¡Eh!? -Ya me entiendes...
-Pues la verdad es que no... No, no entiendo... Soy de la opinión, que a estos compromisos es mejor
venir acompañado.
-Por lo general, no suelo estar demasiado tiempo solo. -¡Baja Modestoooo, qué sube Carloooos!
-Ah... Pues nada, no te quito tiempo... -A ver si encuentra a otra con más disposición que yo, para atender sus paparruchadas.
-Estás preciosa en esas fotos... No son tan tétricas como aquéllas de... ¿Cómo se llamaba el cementerio?
-Me sorprende que te acuerdes de eso... Fue mi primer reportaje... Era Montjuïc.
-Tengo buena memoria, para lo que me interesa.
-Sí, es evidente.
-Veo que continúas apuntando alto.
¡Ay, Carlitos, Carlitos...! Mejor que sigas el sendero de losas amarilla, que por este no vasbien... Voy a hacer como que no he captado por dónde tiras.
-Sí, por descontado, acabé mi carrera, me doctoré, pulí mis idiomas extranjeros... Estoy suficientemente formada, para tocar la luna si me lo propongo.
-Ya... Y te has buscado al "partenaire" que puede pagarte el viaje -Vale hasta aquí, lo de hacerse la tonta.
-Mira Carlos, voy a decirte lo que nunca te he dicho, por respeto... Un respeto, que no te mereces a la vista de tus insinuaciones... No me gustas, nunca me has gustado, de todas las tonterías que he podido cometer en mi vida, el tiempo que compartimos, ha sido la peor... Eres un fantasma ladino de manual y, me hago cruces de que una mujer como Estel, esté dispuesta a aguantarte.
Se acerca a unos centímetros de mi cara, yo a modo de defensa, coloco mis manos en su pecho... ¿Dónde está la gente que nos sonreía hace un rato?
-Carlos... Qué corra el aire.
-Porque... Si te toco, no querrás que pare.
-Si me rozas, te casco los huevos.
-¡Carlos! -¡Gracias a Dios y al Santo de antes! El grito de Asier, hace que se separe, aunque sigue mirándome con intensidad -¿Te está molestando?
-Sí. -Para qué andar con excusas.
-Tienes la piel demasiado fina, cariño. -Oh... Oh... Mal rollito...
-Carlos, somos adultos... Comportémonos como adultos... Discúlpate.
-Asier... No es necesario, de verdad... Vamos al jardín.
-¿Yo disculparme? Encima que habré conseguido que se le humedezcan las bragas. -¡Pero qué grosero!
-Eres repulsivo, Carlos... Por favor Asier... Vámonos, antes de que pierda la compostura.
-Sí, va a ser lo correcto, no me apetece salir en la prensa de mañana, por haber desfigurado a este imbécil.
-Basta que yo te deje ¿No crees?
No... Por favor... No tenemos diez añitos... Esto se puede evitar...
Supongo...
No, creo que ya no... Porque el necio de Carlos, saca pecho y Asier, avanza decidido a cumplir su
amenaza.
Ante tal subida de testosterona ¿A mí qué se me ocurre? Pues... Ponerme entre los dos, a modo de parapeto, como si mi insignificante cuerpo, fuera suficiente, para frenar un puñetazo.
Carlos, como buen oportunista, aprovecha esos segundos de confusión y suelta un derechazo, que logro esquivar... A medias.
¡Auuuu!
-Enid... ¡Mierda! ¿Estás bien? -Asier revisa mi pómulo con cuidado, menos mal que no me ha dado de pleno, porque me hubiera tirado al suelo.
-No... Vámonos, te lo suplico.
-¡Hijo de puta! Le has pegado... Te voy a arrancar la cabeza -Comenta nervioso y con los dientes apretados. Lo sujeto por los antebrazos, aunque para el progreso que obtengo, podría estar empujando un tren de mercancías.
-Enid... No quería... ¡Joder, para que te has puesto en medio!
Me giro como si estuviera montada en un resorte, aún pretenderá que asuma la culpa de su agresividad o que admita que me autolesionado.
-Carlos... Tú... Tú... ¡Eres un imbécil! No quiero que vuelvas a saludarme, ni por cortesía... -Intenta balbucear, pero no dejo que lo haga -No, ni te molestes, no te permito que me dirijas la palabra... Asier ¿Nos podemos marchar?
-Por supuesto, me excusaré con Armand por teléfono... Carlos, esto no va quedar así.
Nos machamos sin hacer ruido, el resto de los asistentes están disfrutando del catering, en los jardines del palacio.
¡Vaya día más intenso!
Asier conduce con una mano en el volante y otra apoyada en la ventanilla, de tanto en tanto, se pasa la mano por la cabeza, está enfadado o frustrado... Quién sabe...
No habla y me hace sentir incómoda, así que, si la montaña no va a Mahoma, Enid intenta escalarla.
-¿Vas a explicarme, qué es lo que te pasa?
-Que me he quedado con ganas de devolverle el puñetazo.
-¡Pues menos mal que no te ha dado a ti...! -Introducir un toque de humor irónico, puede ayudar.
-Si te llega a dar de lleno... ¿Te duele? -Su preocupación es conmovedora.
-No, solo molesta un poco si me toco el pómulo... Me he dado golpes peores, jugando con los enanos.
-¿Prefieres que te lleve a casa?
-¿Quieres llevarme a casa?
-No.
-¿No ibas a invitarme a cenar?
-Era la idea...
-Estoy segura, que en el hotel, estarán encantados de satisfacer los caprichos, de los huéspedes de la suite más exclusiva.
-Me parece una idea estupenda.
Y por fin, vuelve a sonreír.
Uhmmm... ¡Qué agradable cosquilleo! Definitivamente, mi espalda es el punto más erógeno de mi anatomía.
Despertarse, notando unos dedos acariciando con suavidad mi piel desnuda, es todo un privilegio y si a eso añadimos, que el dueño de los dedos, está para esculpirlo en alabastro, es casi pecado.
-Buenos días, preciosa... ¿Has dormido bien?
-El rato que hemos dormido... Sí, igual que un bebé.
-¡Qué malota! - Se ríe y me hace cosquillas.
-¡Para..., Para..., No lo soporto! -Se detiene, besa mi nuca y continúa moviendo con delicadeza los dedos, por mi columna, trazando dibujos -Así mejor, mucho más placentero.
-Me encanta tu tattoo... Siempre lo he visto muy sensual.
-Me costó decidir como acabarlo, sin embargo, creo que después de tenerlo casi un año a medias, di con lo que quería.
-Te erotiza...
-No era esa su finalidad.
-Lo sé, pero eso no hace menos atractivo tu cuerpo.
-Asier, cielo... Ya has conseguido seducirme y llevarme a la cama, no es necesario que emplees más energías en marrullerías.
-¿Es eso lo que piensas? ¿Qué todo esto ha sido un juego de seducción? -Parece ofendido...
Nota mental: "Mosquear a Asier más a menudo, le sube el guapo".
-¡Venga ya...! ¡No me fastidies! Que tenga poca experiencia, no quita que no detecte las señales.
-Te lo dije ayer... Me has gustado desde siempre.
-Asier... Te gustan todas, y sabes lo qué provocas...
-¿Y en ti?
-A la vista está... No has tenido que esforzarte demasiado.
-No, nada... -Comenta jocoso. -Solo me ha costado doce años.
-Y yo que creía que los de Bilbao solo eran brutos.
-¿Recuerdas cuándo nos conocimos?
-Si no me falla la memoria, Estela se te presentó en la playa de los Locos, y luego fue ella quien te presentó al resto del grupo.
-Pues sí, -Le sonrío y me giro, para que vea como me coloco una medalla imaginaria -Te falla la memoria.
-¡Para nada! -Estoy segura, todavía lo veo con el traje de neopreno colgando por la cintura ¡Cómo para olvidarlo!
-La primera vez que nos vimos, paseabas con tu madre por el puerto de Suances, se le cayó una tarjeta de la cartera, la recogí del suelo y te la entregué a ti... Solo me sonreíste... Seguiste caminando, pero créeme... Nunca antes una sonrisa, ni una mirada, me había impactado tanto.
No logro recordar ese momento, la verdad... Además éramos críos.
-¿Y nunca me dijiste nada? Pasábamos las vacaciones juntos... Salíamos a pescar, a correr, a la
playa... Hubo oportunidades.
-La provechó Carlos.
-Tenía 18 años y que yo recuerde, tú siempre tenías alguna tía buena colgada del cuello o alguna intentando colgarse, y Carlos... -Recordarlo me provoca náuseas. -Fue la manera más absurda de manifestar mi rebeldía adolescente. A mi madre nunca le gustó y yo estaba con él, por fastidiarla... A ella le encantaba Cantabria y yo odiaba salir de Barcelona...
-Te dejó él.
-En realidad, para mí no fue una relación... Solo un rollo "castigo".
-Eres muy... Retorcida.
-Bueno, cada uno busca el protagonismo como puede.
Me observa y pasa la yema de los dedos por el pómulo golpeado, parece que busca la forma de suavizar algo que quiere decir.
-Te quería para mí... Cuando te traías a los mellizos en verano, estabas tan implicada, no era la relación que yo deseaba contigo, luego cuando murió Evelyn, aún te volcaste más en ellos, yo solo he estado esperando a que el entorno fuera más propicio, para ambos.
-Todos pensáis que para mí, ha sido un sacrificio, que he perdido parte de mi adolescencia... Pero formar parte de aquella familia, me ayudó a no regodearme en mi propia tragedia, puede que no lo haya afrontado tampoco, pero fue positivo ocupar mi tiempo en ayudar a Evelyn.
-Ven conmigo a Múnich... Podíamos intentarlo.
-¿Te refieres a ir como pareja?
-Sí, esa es la idea.
-Asier... Es muy precipitado.
-Somos adultos, tenemos que saltarnos pasos.
-Mira, me atraes y disfruto contigo, pero no quiero empezar la casa por el tejado.
-No te sigo, para qué esperar, es lo lógico si lo que sentimos es mutuo.
-No has podido expresarlo mejor... -Farfullo.
-Claro... Soy un idiota... No estamos al mismo nivel de compromiso, porque yo para ti, soy poco más que un pasatiempo.
-Me encantaría tenerlo tan claro como tú, no obstante he de madurar la idea de dejarlo todo y lanzarmea la piscina, sin saber si tenemos alguna posibilidad.
-Si no lo sabes... Es
que lo sabes.
-Asier... No lo sé,porque desconozco qué se supone que he que sentir... Me gustas, negarlo es absurdo, aunque de ahí a marcharme sin más a Alemania contigo, es un salto
desde 1000m., sin paracaídas.
-Es un no...
-Ahora es un no...Mañana, si te echo mucho, muchísimo de menos, podría ser un quizás.
-Se me ocurren algunas maneras, para obligarte a echarme mucho, mucho de menos. -Y esto lo dice
mientras se acomoda encima de mí.
-Ponlas en prácticas,
a lo mejor hasta lo consigues.
Y mi puzzle
cudrimensional, se desmorona... Para rearmarse de nuevo y descubrir nuevas
piezas, que prometen hacer mi vida más... Excitante...
La cuestión es, si
sabré estar a la altura, porque mi experiencia es nula caminando... Sola.